Una barriada de casas en torno a un patio central. Una comunidad de vecinos. Una casa de menos de cuarenta metros cuadrados donde viven al menos cuatro personas, si no más. Dos habitaciones, una pequeña sala de estar y una cocina minúscula. Dos baños comunitarios en el patio. Sin electricidad. Sin agua corriente. Sin comodidades. En precarias condiciones higiénicas, de salubridad y habitabilidad. Desde casa hasta el trabajo hay que atravesar andando media ciudad, pues viven junto a la playa y trabajan en El Llano o La Calzada. Ellos trabajan en las proliferantes fábricas, ellas en las casas de la clase media que viven en la calle de al lado. El sueldo da para pagar el techo y poco más.
Así es como vivían los habitantes de la Ciudadela de Celestino González Solar, también llamada La Garita o la Ciudadela de Capua, construida en 1878 por el indiano Celestino González Solar en un terreno junto al Arenal de San Lorenzo. La ciudadela se encuentra oculta entre las calles Ezcurdia, Capua, Marqués de Casa Valdés y Eladio Carreño, aunque no siempre estuvo así porque al principio era visible desde la calle, pero en 1880 se cerró con un muro teniendo acceso por dos puertas, una en la Calle Capua y otra en la calle Ezcurdia.
"Estaba formada por 24 casas dispuestas en cuatro hileras, dos enfrentadas a la derecha de la calle de Capua entre las que se formaba un pasillo empedrado (denominado por los vecinos patio pequeño) y otras dos, una a la espalda de la primera, desde el actual pasillo de entrada, y otra al fondo del solar, lindando con la calle de Ezcurdia (patio grande, cuyo suelo era de arenón); los dos patios no tenían comunicación entre sí desde el interior.
Las casas tenían una superficie de entre 38 y 28 metros cuadrados, cada una repartidos en cocina, salita y dos dormitorios. La cocina, que se encontraba situada frente a la entrada, contaba como equipamientos de obra con un fregadero, de arena y grava, una meseta de madera, y la cocina propiamente dicha, compuesta por una chapa de hierro, por donde se alimentaba, y un frente de ladrillos con un hueco abovedado por el cual se sacaban las cenizas. Bajo el fregadero y la cocina quedaban unos huecos de cemento que hacían la función de estanterías, para guardar el carbón o la leña y otros útiles de cocina. El suelo de este cuarto era de ladrillo macizo. A la izquierda de la puerta de entrada estaba la salita, que contaba con una ventana, la única de las casas, en el momento de la construcción; esta habitación era la que comunicaba todos los cuartos de la casa y desde ella se accedía, por la izquierda, al dormitorio más pequeño, y enfrente, a la habitación matrimonial. El suelo de todas estas habitaciones era de tablilla, y las puertas que comunicaban con la habitación pequeña y con la cocina tenían cristales biselados en su parte superior para conseguir algo más de luminosidad. Los servicios comunes del patio estaban formados por cuatro retretes que lindaban con la calle de Capua y un pozo en el patio grande". Fuente: VILA ÁLVAREZ, Nuria, Un patio gijonés. La ciudadela de Celestino González Solar (1877-1977), Ayuntamiento de Gijón, Gijón, 2007, pp. 61-62.
El siglo XX fue el momento del ensanche de esta zona de la ciudad, que ahora es el barrio de La Arena. El desarrollismo y la demolición fueron de la mano eliminando todo vestigio del siglo anterior, sustituyendo ciudadelas y otros edificios por rascacielos. "Los intentos para derribar el llamado martillo de Capua y la ciudadela de Solar fueron constantes desde los años setenta, y originaron un intenso debate en la opinión pública gijonesa, que salió en defensa de la conservación de las construcciones de esta manzana, casi la única que mantiene hasta hoy en día la morfología original, más o menos, de las edificaciones de El Arenal. Los diarios se hicieron eco de este movimiento vecinal, y así, en La Hoja del Lunes del 25 de diciembre de 1978, se recogía un artículo sobre la denominada manzana de la discordia con el siguiente titular «La desaparición de este conjunto urbano daría lugar a una operación urbanística de alto bordo». En él se hablaba de la desaparición del martillo de Capua y la ciudadela de Solar y de la importante operación urbanística a que esto daría lugar. Se incluía una entrevista a Ramón Alvargonzález, quien remarcaba la importancia del conjunto obrero de la calle de Capua como exponente de un tipo de edificación muy popular en el ensanche, en el período de entre siglos, y que casi se daba ya por desaparecido. El debate sobre la conservación de la ciudadela y los edificios que la rodeaban como testigos del proceso de formación del suelo urbano en Gijón, frente a los intereses de los constructores, estaba servido.
Finalmente, la sensatez se impuso y esta primera manzana de El Arenal conservó, no del todo, desgraciadamente, la morfología propia del ensanche a principios del siglo XX". Fuente: VILA ÁLVAREZ, Nuria, Un patio gijonés. La ciudadela de Celestinos González Solar (1877-1977), Ayuntamiento de Gijón, Gijón, 2007, pp. 91-92.
Así es como vivían los habitantes de la Ciudadela de Celestino González Solar, también llamada La Garita o la Ciudadela de Capua, construida en 1878 por el indiano Celestino González Solar en un terreno junto al Arenal de San Lorenzo. La ciudadela se encuentra oculta entre las calles Ezcurdia, Capua, Marqués de Casa Valdés y Eladio Carreño, aunque no siempre estuvo así porque al principio era visible desde la calle, pero en 1880 se cerró con un muro teniendo acceso por dos puertas, una en la Calle Capua y otra en la calle Ezcurdia.
Ubicación de la Ciudadela de Celestino Solar (2016). Imagen: Google Maps.
"Estaba formada por 24 casas dispuestas en cuatro hileras, dos enfrentadas a la derecha de la calle de Capua entre las que se formaba un pasillo empedrado (denominado por los vecinos patio pequeño) y otras dos, una a la espalda de la primera, desde el actual pasillo de entrada, y otra al fondo del solar, lindando con la calle de Ezcurdia (patio grande, cuyo suelo era de arenón); los dos patios no tenían comunicación entre sí desde el interior.
Las casas tenían una superficie de entre 38 y 28 metros cuadrados, cada una repartidos en cocina, salita y dos dormitorios. La cocina, que se encontraba situada frente a la entrada, contaba como equipamientos de obra con un fregadero, de arena y grava, una meseta de madera, y la cocina propiamente dicha, compuesta por una chapa de hierro, por donde se alimentaba, y un frente de ladrillos con un hueco abovedado por el cual se sacaban las cenizas. Bajo el fregadero y la cocina quedaban unos huecos de cemento que hacían la función de estanterías, para guardar el carbón o la leña y otros útiles de cocina. El suelo de este cuarto era de ladrillo macizo. A la izquierda de la puerta de entrada estaba la salita, que contaba con una ventana, la única de las casas, en el momento de la construcción; esta habitación era la que comunicaba todos los cuartos de la casa y desde ella se accedía, por la izquierda, al dormitorio más pequeño, y enfrente, a la habitación matrimonial. El suelo de todas estas habitaciones era de tablilla, y las puertas que comunicaban con la habitación pequeña y con la cocina tenían cristales biselados en su parte superior para conseguir algo más de luminosidad. Los servicios comunes del patio estaban formados por cuatro retretes que lindaban con la calle de Capua y un pozo en el patio grande". Fuente: VILA ÁLVAREZ, Nuria, Un patio gijonés. La ciudadela de Celestino González Solar (1877-1977), Ayuntamiento de Gijón, Gijón, 2007, pp. 61-62.
Entrada a la ciudadela en la Calle Capua y pasillo (2016)
Reconstrucción de la casa tapón (2016)
Patio pequeño a finales de los años setenta del siglo XX. Imagen: Ramón Alvargonzález - VILA ÁLVAREZ, Nuria, Un patio gijonés. La ciudadela de Celestino González Solar (1877-1977), Ayuntamiento de Gijón, Gijón, 2007, p. 60.
Patio pequeño en la actualidad (2016)
Reconstrucción de la caseta de aseos comunitarios (2016)
Reconstrucción de las casas del patio pequeño (2016)
Distribución interior de la vivienda (2016)
Interior de la vivienda (2016)
Patio grande a finales de los años setenta del siglo XX. Imagen: Ramón Alvargonzález - VILA ÁLVAREZ, Nuria, Un patio gijonés. La cudadela de Celestino González Solar (1877-1977), Ayuntamiento de Gijón, Gijón, 2007, p. 61.
Patio grande en la actualidad (2016)
El siglo XX fue el momento del ensanche de esta zona de la ciudad, que ahora es el barrio de La Arena. El desarrollismo y la demolición fueron de la mano eliminando todo vestigio del siglo anterior, sustituyendo ciudadelas y otros edificios por rascacielos. "Los intentos para derribar el llamado martillo de Capua y la ciudadela de Solar fueron constantes desde los años setenta, y originaron un intenso debate en la opinión pública gijonesa, que salió en defensa de la conservación de las construcciones de esta manzana, casi la única que mantiene hasta hoy en día la morfología original, más o menos, de las edificaciones de El Arenal. Los diarios se hicieron eco de este movimiento vecinal, y así, en La Hoja del Lunes del 25 de diciembre de 1978, se recogía un artículo sobre la denominada manzana de la discordia con el siguiente titular «La desaparición de este conjunto urbano daría lugar a una operación urbanística de alto bordo». En él se hablaba de la desaparición del martillo de Capua y la ciudadela de Solar y de la importante operación urbanística a que esto daría lugar. Se incluía una entrevista a Ramón Alvargonzález, quien remarcaba la importancia del conjunto obrero de la calle de Capua como exponente de un tipo de edificación muy popular en el ensanche, en el período de entre siglos, y que casi se daba ya por desaparecido. El debate sobre la conservación de la ciudadela y los edificios que la rodeaban como testigos del proceso de formación del suelo urbano en Gijón, frente a los intereses de los constructores, estaba servido.
Finalmente, la sensatez se impuso y esta primera manzana de El Arenal conservó, no del todo, desgraciadamente, la morfología propia del ensanche a principios del siglo XX". Fuente: VILA ÁLVAREZ, Nuria, Un patio gijonés. La ciudadela de Celestinos González Solar (1877-1977), Ayuntamiento de Gijón, Gijón, 2007, pp. 91-92.
La ciudadela estuvo habitada hasta los años setenta y fue cerrada en los ochenta con muchas de las casas derribadas o en ruina; unos años más tarde el Ayuntamiento recuperó este espacio, lo rehabilitó y reconstruyó algunas de las casas del patio pequeño.
Está abierto al público desde 2003, la visita es libre y gratuita aunque pueden concertarse visitas guiadas llamando al Museo del Ferrocarril (985 18 17 77). El horario de apertura de la ciudadela es:
- De marzo a octubre: martes a viernes de 9:30 a 18:30, sábados, domingos y festivos de 10:00 a 18:30.
- De abril a septiembre: martes a viernes de 10:00 a 19:00, sábados, domingos y festivos de 10:30 a 19:00.
Además de visitar el espacio y las viviendas, pueden consultarse paneles explicativos sobre la industrialización y la vivienda obrera en Asturias y Gijón y la ciudadela.
Además de visitar el espacio y las viviendas, pueden consultarse paneles explicativos sobre la industrialización y la vivienda obrera en Asturias y Gijón y la ciudadela.
Fuente:
- VILA ÁLVAREZ, Nuria, Un patio gijonés. La ciudadela de Celestino González Solar (1877-1977), Ayuntamiento de Gijón, Gijón, 2007. Tenéis disponible el libro completo aquí: https://www.gijon.es/multimedia_objects/download?object_type=document&object_id=84303
Más información:
- Ciudadela de Celestino Solar en la página del Ayuntamiento: http://museos.gijon.es/page/13107-ciudadela-de-celestino-solar
- Vídeo "Ciudadela de Celestino Solar. La memoria habitada", Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular, 2003.
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